miércoles, 31 de octubre de 2012

ORANDO POR LAS MISIONES...

El pasado lunes 29 de octubre celebramos una bella Eucaristía para unirnos a todos los fieles católicos, que este mes de octubre, oran y ayunan por las misiones en todo el mundo, y por todos los hombres y mujeres valientes que sacrifican su propia vida para llevar la esperanza en Cristo Jesús y la ayuda material en los rincones más alejados de nuestro planeta. Con ofrendas materiales que serán enviadas a muchos lugares de misión, y con el corazón puesto en la caridad hacia nuestros hermanos y hermanas más necesitados, oramos como familia para que nuestro Padre del Cielo multiplique los recursos y los misioneros en todo el mundo. Que bendición para nuestra vida poder ayudar a muchos en el nombre de Nuestro Salvador Jesucristo y de su Santísima Madre María Auxiliadora. Apoyemos las misiones siempre.

ESTRENANDO UNIFORME...

Con mucho orgullo, el profesor de Educación Física y algunos miembros del equipo de fútbol de nuestro colegio, nos presentaron el nuevo uniforme que utilizarán en los próximos juegos que tienen por delante. Con un diseño nuevo y colores muy salesianos, nuestro equipo de fútbol se prepara arduamente para convertirse en campeones. Felicidades muchachos !!!

 

viernes, 26 de octubre de 2012

GRANDIOSO BINGO !!!

Invitamos a toda la Comunidad Educativa de nuestra casa y a todos nuestros amigos y amigas al grandioso bingo que se realizará el día sábado 27 de octubre a partir de la 1 de la tarde.
Tenemos excelentes premios en efectivo y muchos premios de consolación como canastas de víveres y artículos para el hogar. Te esperamos para disfrutar y ganar en familia. No faltes !!!

miércoles, 24 de octubre de 2012

GENERACIÓN 2012...

Les compartimos algunas fotografías de los undécimos años en sus últimos días de clases. Esta Generación 2012 de Salesianos terminaron hace pocos días el último año de secundaria, y ahora estudian con mucha dedicación para sus exámenes de bachillerato. Les deseamos mucha suerte en esté último reto del año y les auguramos un futuro lleno de bendición y éxito, gracias a la guía y protección de Nuestra Madre María Auxiliadora.




UNA VISITA CON MUCHO AMOR...

Con motivo de la celebración del Día del Adulto Mayor, los niños y niñas de primaria de nuestra casa, visitaron el pasado viernes 19 de mayo la Casa Provincial de las Hijas de María Auxiliadora ubicada en Curridabat. Ahí, además de conocer la casa principal de la congregación para Nicaragua, Costa Rica y Panamá, tuvieron la oportunidad de compartir y disfrutar con las hermanas adultas mayores que residen en ese lugar y que, además de descansar, cumplen todavía muchas tareas importantes para la congregación, como es la oración por cada uno de los niños y jóvenes de nuestros colegios. Este día los niños y las niñas compartieron con las hermanas presentaciones artísticas, regalos y golosinas; pero sobre todo compartieron el cariño, la compañía y la gratitud que estas hermanas merecen y tanto aprecian después de una vida de sacrificio y servicio por los demás.

Reflexión sobre los Adultos Mayores:

Déjalo hablar... porque hay en su pasado un
tesoro lleno de verdad, de belleza y de bien.

Déjalo vencer... en las discusiones, porque tiene
necesidad de sentirse seguro de sí mismo.

Déjalo ir a visitar... a sus viejos amigos porque
entre ellos se siente revivir.

Déjalo contar... sus historias repetidas, porque
se siente feliz cuando lo escuchamos.

Déjalo vivir... entre las cosas que ha amado,
porque sufre al sentir que le arrancamos pedazos de su
vida.

Déjalo gritar... cuando se ha equivocado, porque
los ancianos como los niños tienen derecho a la
comprensión.

Déjalo tomar un puesto... en el automóvil de la
familia cuando van de vacaciones, porque el año
próximo tendrás remordimientos de conciencia si el
abuelito ya no existe más.

Déjalo envejecer... con el mismo paciente amor
con que dejas crecer a tus hijos, porque todo es parte
de la naturaleza.

Déjalo rezar... como él sabe; como él quiere,
porque el adulto mayor descubre la sombra de Dios en
el camino que le falta recorrer.

Déjalo morir... entre brazos llenos de piedad,
porque el amor de los hombres sobre la tierra, nos
hace presentir mejor el torrente infinito de

amor del PADRE en EL CIELO.


miércoles, 17 de octubre de 2012

FUTUROS CIENTÍFICOS...

Vivimos en un mundo que depende de forma creciente de la ciencia y la tecnología. Los procesos de producción, las fuentes de alimentación, la medicina, la educación, la comunicación y el transporte son todos campos cuyo presente y futuro están fuertemente ligados al desarrollo científico. Es por esto que en nuestro colegio estudiamos profundamente el área del desarrollo científico por medio de muchos recursos, como el completo laboratorio de ciencias que poseemos. A través de estos recursos nuestros estudiantes desarrollan una mente científica y un corazón lleno de valores humanos y espirituales con el objetivo de aprovechar los recursos que Dios nos provee para mejorar las condiciones de vida de muchas personas. En las siguientes fotografías podemos observar a los estudiantes de octavo dirigiendo sus proyectos científicos bajo la guía de la profesora Juanita Murillo. Felicidades chicos y chicas; sabemos que ustedes son grandes hombres y mujeres que dejarán un impacto muy positivo en nuestro mundo.

DÍA DE LAS CULTURAS SECUNDARIA...

Los estudiantes de secundaria celebraron el Día de las Culturas el pasado 15 de octubre en compañía de sus profesores. Con una charla, presentaciones artísticas y vídeos se hizo conciencia de la importancia de conocer nuestra historia para construir un mejor futuro para todos. A través de estos recursos observamos los aspectos positivos y negativos del encuentro de culturas nativas y europeas en América y el impacto cultural y humano que este encuentro produjo. De esta forma se logró crear conciencia en todos los presentes de la importancia de la tolerancia y convivencia pacífica que debe existir entre todas las culturas. Hoy día en Costa Rica podemos disfrutar de la herencia cultural que nuestros antepasados nos heredaron; es por esto que debemos valorar esos tesoros culturales, para poder conservarlos  y disfrutarlos durante muchas generaciones más.



DÍA DE LAS CULTURAS PREESCOLAR Y PRIMARIA...

El pasado 11 de octubre los niños y niñas de preescolar y primaria vivieron un día diferente al celebrar el Día de las Culturas en nuestro centro. Con el objetivo de resaltar los valores de la convivencia y la tolerancia, los pequeños y pequeñas se esmeraron por mostrarnos aspectos interesantes de diferentes culturas que habitan en nuestro planeta, y así crear conciencia de la importancia de respetar y coexistir pacíficamente con personas que tienen diferentes formas de actuar y pensar, eso si, sin transgredir los límites morales y espirituales universales. Por eso este día nos dedicamos a conocer otras culturas y los aspectos más importantes de su folclor como sus costumbres, vestimentas y gastronomía; y así colaborar para lograr un mundo más tolerante y pacífico como nos manda nuestro Salvador.

AVENTURA TROPICAL DE PREESCOLAR...

El pasado 5 de octubre los más pequeños de nuestra casa realizaron su segunda gira educativa llamada "Aventura Tropical". Esta vez visitaron las instalaciones de Florida Bebidas para participar de un tour educativo con el objetivo de crear conciencia ambiental. En este tour por medio de juegos, películas y presentaciones los niños y las niñas de preescolar, además de divertirse, aprendieron la importancia de cuidar el medio ambiente en el que nos desarrollamos. Fue un día de mucho entretenimiento y aprendizaje para los pequeñines, quienes en compañía de sus profesoras Alejandra y Natalia hicieron el compromiso de convertirse en defensores y defensoras del ambiente.

miércoles, 10 de octubre de 2012

OCTUBRE MES DE LAS MISIONES...

La Iglesia Católica vive el mes de octubre dedicado a despertar el Espíritu Misionero en los fieles
 
Octubre mes de las Misiones
Octubre mes de las Misiones
La Iglesia Católica vive el mes de octubre dedicado mundialmente a despertar el Espíritu Misionero en los fieles, con gestos de solidaridad hacia los 200,000 misioneros que entregan sus vidas por el anuncio del Evangelio en el mundo.

Durante este mes, llamado "Mes de las Misiones" se intensifica la animación misionera, uniéndonos todos en oración, el sacrificio y el aporte económico a favor de las misiones, a fin de que el evangelio se proclame a todos los hombres.

El domingo 21 de octubre de 2012 se celebrá la Jornada Mundial de las Misiones "Domund" en todas las Iglesias locales, como fiesta de la catolicidad y de solidaridad universal. La colecta de este día es destinada al fondo universal para las misiones más necesitadas.

Juan Pablo II en el Nº 72 de la Redemptoris Missio, menciona a los "movimientos eclesiales dotados de dinamismo misionero" que, "cuando se integran con humildad en la vida de las iglesias locales y son acogidos cordialmente por los Obispos y sacerdotes en las estructuras diocesanas y parroquiales, representan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y para la actividad misionera propiamente dicha".


Queridísimos hermanos y hermanas:

El compromiso misionero de la Iglesia constituye, también en este comienzo del tercer milenio, una urgencia que en varias ocasiones he querido recordar. La misión, como he recordado en la Encíclica Redemptoris Missio, está aún lejos de cumplirse y por eso debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio (cfr. n.1). Todo el Pueblo de Dios, en cada momento de su peregrinar en la historia, está llamado a compartir la "sed" del Redentor (cfr Jn 19, 28). Los santos han advertido siempre con mucha fuerza esta sed de almas que hay que salvar: baste pensar, por ejemplo, a santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones, y a monseñor Comboni, gran apóstol de África, que he tenido la alegría de elevar recientemente al honor de los altares.

Consagrados y enviados para la misión

Todos nosotros, miembros de la Iglesia e impulsados por el mismo Espíritu, somos consagrados, aunque de diverso modo, para ser enviados: por el bautismo se nos confía la misma misión de la Iglesia. A todos se nos llama y todos estamos obligados a evangelizar, y esta misión fontal, común a todos los cristianos, ha de constituir un verdadero "acicate" cotidiano y una solicitud constante de nuestra vida.

Es muy bello y estimulante recordar la vida de las comunidades de los primeros cristianos, cuando éstos se abrían al mundo, al que por vez primera miraban con ojos nuevos: era la mirada de quien ha comprendido que el amor de Dios se debe traducir en servicio por el bien de los hermanos. El recuerdo de su experiencia de vida me induce a reafirmar la idea central de la reciente encíclica: "La misión renueva la Iglesia, refuerza la fe y la identidad cristiana, da nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones. ¡La fe se fortalece dándola!"(n. 2). Sí, la misión nos ofrece la extraordinaria oportunidad de rejuvenecer y embellecer a la Esposa de Cristo y, al mismo tiempo, nos hace experimentar una fe que renueva y fortalece la vida cristiana, precisamente porque se dona.

Pero la fe que renueva la vida y la misión que fortalece la fe no pueden ser tesoros escondidos o experiencias exclusivas de cristianos aislados. Nada está tan lejos de la misión como un cristiano encerrado en sí mismo: si su fe es sólida, está destinada a crecer y debe abrirse a la misión.

El primer ámbito de desarrollo del binomio fe-misión es la comunidad familiar. En una época en la que parece que todo concurre a disgregar esta célula primaria de la sociedad, es necesario esforzarse para que sea, o vuelva a ser, la primera comunidad de fe, no sólo en el sentido de la adquisición, sino también del crecimiento, de la donación y, por tanto, de la misión. Es hora de que los padres de familia y los cónyuges asuman como deber esencial de su estado y vocación evangelizar a sus hijos y evangelizarse recíprocamente, de modo que todos los miembros de la familia y en toda circunstancia -especialmente en las pruebas del sufrimiento, la enfermedad y la vejez- puedan realmente recibir la Buena Nueva. Se trata de una forma insustituible de educación a la misión y de preparación natural de las posibles vocaciones misioneras, que casi siempre encuentran su cuna en la familia.

Otro ámbito, asimismo importante, es la comunidad parroquial, o la comunidad eclesial de base, la cual, mediante el servicio de sus pastores y animadores, debe ofrecer a los fieles el alimento de la fe e ir en busca de los alejados y extraños, realizando así la misión. Ninguna comunidad cristiana es fiel a su cometido si no es misiones: o es comunidad misionera o no es ni siquiera comunidad cristiana, pues se trata de dos dimensiones de la misma realidad, tal como es definida por el bautismo y los otros sacramentos. Además, este empeño misionero de cada comunidad reviste la máxima urgencia hoy que la misión, entendida incluso en el sentido específico de primer anuncio del Evangelio a los no-cristianos, está llamando a las puertas de las comunidades cristianas de antigua evangelización y se presenta cada vez más como "misión entre nosotros".

Motivo de esperanza, para responder a las nuevas exigencias de la misión actual, son asimismo los Movimientos y grupos eclesiales, que el Señor suscita en la Iglesia para que su servicio misionero sea más generoso, oportuno y eficaz.

Cómo cooperar en la actividad misionera de la Iglesia.

Si todos los miembros de la Iglesia son consagrados para la misión, todos son corresponsables de llevar a Cristo al mundo con la propia aportación personal. La participación en este derecho-deber se llama "cooperación misionera" y se enraiza necesariamente en la santidad de vida: sólo injertados en Cristo, como los sarmientos en la vid (cf. Jn 15, 5), daremos mucho fruto. El cristiano que vive su fe y observa el mandamiento del amor dilata los horizontes de su actuación hasta abarcar a todos los hombres mediante la cooperación espiritual, hecha oración, sacrificio y testimonio, que permitió proclamar co-patrona de las misiones a santa Teresa del Niño Jesús, aunque nunca fue enviada a la misión.

La oración debe acompañar el camino y la obra de los misioneros para que la gracia divina haga fecundo el anuncio de la Palabra. El sacrificio, aceptado con fe y sufrido con Cristo, tiene valor salvífico. Si el sacrificio de los misioneros debe ser compartido y sostenido por el de los fieles, entonces todo el que sufre en el espíritu y en el cuerpo puede llegar a ser misionero, si ofrece con Jesús al Padre los propios sufrimientos. El testimonio de vida cristiana es una predicación silenciosa, pero eficaz, de la palabra de Dios. Los hombres de hoy, aparentemente indiferentes a la búsqueda del Absoluto, experimentan en realidad su necesidad y se sienten atraídos e impresionados por los santos que lo revelan con su vida.

La cooperación espiritual en la obra misionera debe tender sobre todo a promover las vocaciones misioneras. Por eso, invito una vez más a los jóvenes y a las jóvenes de nuestro tiempo a decir "sí", si el Señor les llama a seguirlo con la vocación misionera. No hay opción más radical y valiente que ésta: dejan todo para dedicarse a la salvación de los hermanos que no han recibido el don inestimable de la fe en Cristo.

La Jornada mundial de las misiones une a todos los hijos de la Iglesia, no sólo en la oración, sino también en el esfuerzo de solidaridad, compartiendo la ayuda y bienes materiales para la misión ad gentes. Tal esfuerzo responde al estado de necesidad que sufren tantas personas y poblaciones de la tierra. Se trata de hermanos y hermanas que, necesitados de todo, viven principalmente en los países identificados con el Sur del mundo y que coinciden con los territorios de misión. Los pastores y los misioneros necesitan, pues, medios ingentes, no sólo para la obra de la evangelización -que es, ciertamente, primaria y onerosa-, sino también para salir al paso de las múltiples necesidades materiales y morales mediante las obras de promoción humana que acompañan siempre a toda misión.

Ojalá que la celebración de la Jornada mundial de las misiones sea un estímulo providencial para poner en marcha las estructuras de caridad y para que cada uno de los cristianos y sus comunidades den testimonio efectivo de la caridad. Se trata de "una cita importante en la vida de la Iglesia, porque enseña cómo se ha de dar: en la celebración eucarística, esto es, como ofrenda a Dios, y para todas las misiones del mundo" (Redemptoris missio, 81).

La animación de las Obras Misionales Pontificias.

En la obra de animación y cooperación misionera, que atañe a todos los hijos de la Iglesia, deseo reafirmar el cometido peculiar y la responsabilidad específica que incumben a las Obras Misionales Pontificias, como lo hice destacar ya en la citada encíclica (cf. n. 84).

Las cuatro Obras -Propagación de la fe, San Pedro Apóstol, Infancia Misionera y Unión Misional- tienen como objetivo común promover el espíritu misionero en el pueblo de Dios. Son la expresión de la universalidad en las Iglesias locales.

Deseo recordar especialmente la Unión Misional, que celebra su 75º aniversario de fundación. Tiene el mérito de realizar un esfuerzo continuo de sensibilización entre los sacerdotes, religiosos, religiosas y animadores de las comunidades cristianas, para que el ideal misionero se traduzca en formas adecuadas de pastoral y de catequesis misionera.

Las Obras Misionales deben ser las primeras en llevar a la práctica cuanto afirmé en la encíclica: "Las Iglesias locales, por consiguiente, han de incluir la animación misionera como elemento primordial de su pastoral ordinaria en las parroquias, asociaciones y grupos, especialmente los juveniles" (n. 83). Las Obras Misionales han de ser protagonistas de este importante mandato en la animación, formación misionera y organización de la caridad para la ayuda a las misiones.

Pero, una vez recordada la función de estas Obras y el empeño permanente en favor de la misión, no puedo terminar esta exhortación sin hacer llegar expresamente a los misioneros y misioneras -sacerdotes, religiosos y laicos esparcidos por el mundo- una expresión de afectuoso agradecimiento y estímulo, para que perseveren con confianza en su actividad evangelizadora, aun cuando llevarla a cabo pueda costar y cueste los mayores sacrificios, incluso el de la vida.

Queridísimos misioneros y misioneras: mi pensamiento y afecto os acompañan siempre, junto con la gratitud de toda la Iglesia. Sois la esperanza viva de la Iglesia, como testigos y artífices de su misión universal en el acto mismo que se realiza, y también el signo creíble y visible del amor de Dios, que a todos nos ha llamado, consagrado y enviado, pero que a vosotros os ha dado un mandato especial: el don singular de la vocación ad gentes. Vosotros lleváis a Cristo al mundo; y, en su nombre, como Vicario suyo, os bendigo y os llevo en el corazón. Con vosotros, bendigo a todos aquellos que con amor y generosidad participan en vuestro apostolado de evangelización y de promoción integral del hombre.

Misioneros, que María, Reina de los Apóstoles, guíe y acompañe vuestros pasos y los de todos aquellos que, de cualquier forma, cooperan en la misión universal de la Iglesia.

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA JORNADA MUNDIAL DE LAS MISIONES 2012...

Llamados a hacer resplandecer la Palabra de verdad” (Carta apostólica Porta fidei, n. 6)
 
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones 2012
Mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la Jornada Mundial de las Misiones 2012
Queridos hermanos y hermanas:

La celebración de la Jornada Misionera Mundial de este año adquiere un significado especial. La celebración del 50 aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II, la apertura del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización, contribuyen a reafirmar la voluntad de la Iglesia de comprometerse con más valor y celo en la misión ad gentes, para que el Evangelio llegue hasta los confines de la tierra.

El Concilio Ecuménico Vaticano II, con la participación de tantos obispos de todos los rincones de la tierra, fue un signo brillante de la universalidad de la Iglesia, reuniendo por primera vez a tantos Padres Conciliares procedentes de Asia, África, Latinoamérica y Oceanía. Obispos misioneros y obispos autóctonos, pastores de comunidades dispersas entre poblaciones no cristianas, que han llevado a las sesiones del Concilio la imagen de una Iglesia presente en todos los continentes, y que eran intérpretes de las complejas realidades del entonces llamado “Tercer Mundo”. Ricos de una experiencia que tenían por ser pastores de Iglesias jóvenes y en vías de formación, animados por la pasión de la difusión del Reino de Dios, ellos contribuyeron significativamente a reafirmar la necesidad y la urgencia de la evangelización ad gentes, y de esta manera llevar al centro de la eclesiología la naturaleza misionera de la Iglesia.

Eclesiología misionera

Hoy esta visión no ha disminuido, sino que por el contrario, ha experimentado una fructífera reflexión teológica y pastoral, a la vez que vuelve con renovada urgencia, ya que ha aumentado enormemente el número de aquellos que aún no conocen a Cristo: “Los hombres que esperan a Cristo son todavía un número inmenso”, comentó el beato Juan Pablo II en su encíclica Redemptoris missio sobre la validez del mandato misionero, y agregaba: “No podemos permanecer tranquilos, pensando en los millones de hermanos y hermanas, redimidos también por la Sangre de Cristo, que viven sin conocer el amor de Dios” (n. 86). En la proclamación del Año de la Fe, también yo he dicho que Cristo “hoy como ayer, nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra” (Carta apostólica Porta fidei, 7); una proclamación que, como afirmó también el Siervo de Dios Pablo VI en su Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, “no constituye para la Iglesia algo de orden facultativo: está de por medio el deber que le incumbe, por mandato del Señor, con vista a que los hombres crean y se salven. Sí, este mensaje es necesario. Es único. De ningún modo podría ser reemplazado” (n. 5). Necesitamos por tanto retomar el mismo fervor apostólico de las primeras comunidades cristianas que, pequeñas e indefensas, fueron capaces de difundir el Evangelio en todo el mundo entonces conocido mediante su anuncio y testimonio.

Así, no sorprende que el Concilio Vaticano II y el Magisterio posterior de la Iglesia insistan de modo especial en el mandamiento misionero que Cristo ha confiado a sus discípulos y que debe ser un compromiso de todo el Pueblo de Dios, Obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos. El encargo de anunciar el Evangelio en todas las partes de la tierra pertenece principalmente a los Obispos, primeros responsables de la evangelización del mundo, ya sea como miembros del colegio episcopal, o como pastores de las iglesias particulares. Ellos, efectivamente, “han sido consagrados no sólo para una diócesis, sino para la salvación de todo el mundo” (Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris missio, 63), “mensajeros de la fe, que llevan nuevos discípulos a Cristo” (Ad gentes, 20) y hacen “visible el espíritu y el celo misionero del Pueblo de Dios, para que toda la diócesis se haga misionera” (ibíd., 38).

La prioridad de evangelizar

Para un Pastor, pues, el mandato de predicar el Evangelio no se agota en la atención por la parte del Pueblo de Dios que se le ha confiado a su cuidado pastoral, o en el envío de algún sacerdote, laico o laica Fidei donum. Debe implicar todas las actividades de la iglesia local, todos sus sectores y, en resumidas cuentas, todo su ser y su trabajo. El Concilio Vaticano II lo ha indicado con claridad y el Magisterio posterior lo ha reiterado con vigor. Esto implica adecuar constantemente estilos de vida, planes pastorales y organizaciones diocesanas a esta dimensión fundamental de ser Iglesia, especialmente en nuestro mundo que cambia de continuo. Y esto vale también tanto para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólicas, como para los Movimientos eclesiales: todos los componentes del gran mosaico de la Iglesia deben sentirse fuertemente interpelados por el mandamiento del Señor de predicar el Evangelio, de modo que Cristo sea anunciado por todas partes. Nosotros los Pastores, los religiosos, las religiosas y todos los fieles en Cristo, debemos seguir las huellas del apóstol Pablo, quien, “prisionero de Cristo para los gentiles” (Ef 3,1), ha trabajado, sufrido y luchado para llevar el Evangelio entre los paganos (Col 1,24-29), sin ahorrar energías, tiempo y medios para dar a conocer el Mensaje de Cristo.

También hoy, la misión ad gentes debe ser el horizonte constante y el paradigma en todas las actividades eclesiales, porque la misma identidad de la Iglesia está constituida por la fe en el misterio de Dios, que se ha revelado en Cristo para traernos la salvación, y por la misión de testimoniarlo y anunciarlo al mundo, hasta que Él vuelva. Como Pablo, debemos dirigirnos hacia los que están lejos, aquellos que no conocen todavía a Cristo y no han experimentado aún la paternidad de Dios, con la conciencia de que “la cooperación misionera se debe ampliar hoy con nuevas formas para incluir no sólo la ayuda económica, sino también la participación directa en la evangelización” (Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris missio, 82). La celebración del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre la nueva evangelización serán ocasiones propicias para un nuevo impulso de la cooperación misionera, sobre todo en esta segunda dimensión.

La fe y el anuncio

El afán de predicar a Cristo nos lleva a leer la historia para escudriñar los problemas, las aspiraciones y las esperanzas de la humanidad, que Cristo debe curar, purificar y llenar de su presencia. En efecto, su mensaje es siempre actual, se introduce en el corazón de la historia y es capaz de dar una respuesta a las inquietudes más profundas de cada ser humano. Por eso la Iglesia debe ser consciente, en todas sus partes, de que “el inmenso horizonte de la misión de la Iglesia, la complejidad de la situación actual, requieren hoy nuevas formas para poder comunicar eficazmente la Palabra de Dios” (Benedicto XVI, Exhort. apostólica postsinodal Verbum Domini, 97). Esto exige, ante todo, una renovada adhesión de fe personal y comunitaria en el Evangelio de Jesucristo, “en un momento de cambio profundo como el que la humanidad está viviendo” (Carta apostólica Porta fidei, 8).

En efecto, uno de los obstáculos para el impulso de la evangelización es la crisis de fe, no sólo en el mundo occidental, sino en la mayoría de la humanidad que, no obstante, tiene hambre y sed de Dios y debe ser invitada y conducida al pan de vida y al agua viva, como la samaritana que llega al pozo de Jacob y conversa con Cristo. Como relata el evangelista Juan, la historia de esta mujer es particularmente significativa (cf. Jn 4,1-30): encuentra a Jesús que le pide de beber, luego le habla de una agua nueva, capaz de saciar la sed para siempre. La mujer al principio no entiende, se queda en el nivel material, pero el Señor la guía lentamente a emprender un camino de fe que la lleva a reconocerlo como el Mesías. A este respecto, dice san Agustín: “después de haber acogido en el corazón a Cristo Señor, ¿qué otra cosa hubiera podido hacer [esta mujer] si no dejar el cántaro y correr a anunciar la buena noticia?” (In Ioannis Ev., 15,30). El encuentro con Cristo como Persona viva, que colma la sed del corazón, no puede dejar de llevar al deseo de compartir con otros el gozo de esta presencia y de hacerla conocer, para que todos la puedan experimentar. Es necesario renovar el entusiasmo de comunicar la fe para promover una nueva evangelización de las comunidades y de los países de antigua tradición cristiana, que están perdiendo la referencia de Dios, de forma que se pueda redescubrir la alegría de creer. La preocupación de evangelizar nunca debe quedar al margen de la actividad eclesial y de la vida personal del cristiano, sino que ha de caracterizarla de manera destacada, consciente de ser destinatario y, al mismo tiempo, misionero del Evangelio. El punto central del anuncio sigue siendo el mismo: el Kerigma de Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo, el Kerigma del amor de Dios, absoluto y total para cada hombre y para cada mujer, que culmina en el envío del Hijo eterno y unigénito, el Señor Jesús, quien no rehusó compartir la pobreza de nuestra naturaleza humana, amándola y rescatándola del pecado y de la muerte mediante el ofrecimiento de sí mismo en la cruz.

En este designio de amor realizado en Cristo, la fe en Dios es ante todo un don y un misterio que hemos de acoger en el corazón y en la vida, y del cuál debemos estar siempre agradecidos al Señor. Pero la fe es un don que se nos dado para ser compartido; es un talento recibido para que dé fruto; es una luz que no debe quedar escondida, sino iluminar toda la casa. Es el don más importante que se nos ha dado en nuestra existencia y que no podemos guardarnos para nosotros mismos.

El anuncio se transforma en caridad

¡Ay de mí si no evangelizase!, dice el apóstol Pablo (1 Co 9,16). Estas palabras resuenan con fuerza para cada cristiano y para cada comunidad cristiana en todos los continentes. También en las Iglesias en los territorios de misión, iglesias en su mayoría jóvenes, frecuentemente de reciente creación, el carácter misionero se ha hecho una dimensión connatural, incluso cuando ellas mismas aún necesitan misioneros. Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas de todas partes del mundo, numerosos laicos y hasta familias enteras dejan sus países, sus comunidades locales y se van a otras iglesias para testimoniar y anunciar el Nombre de Cristo, en el cual la humanidad encuentra la salvación. Se trata de una expresión de profunda comunión, de un compartir y de una caridad entre las Iglesias, para que cada hombre pueda escuchar o volver a escuchar el anuncio que cura y, así, acercarse a los Sacramentos, fuente de la verdadera vida.

Junto a este grande signo de fe que se transforma en caridad, recuerdo y agradezco a las Obras Misionales Pontificias, instrumento de cooperación en la misión universal de la Iglesia en el mundo. Por medio de sus actividades, el anuncio del Evangelio se convierte en una intervención de ayuda al prójimo, de justicia para los más pobres, de posibilidad de instrucción en los pueblos más recónditos, de asistencia médica en lugares remotos, de superación de la miseria, de rehabilitación de los marginados, de apoyo al desarrollo de los pueblos, de superación de las divisiones étnicas, de respeto por la vida en cada una de sus etapas.

Queridos hermanos y hermanas, invoco la efusión del Espíritu Santo sobre la obra de la evangelización ad gentes, y en particular sobre quienes trabajan en ella, para que la gracia de Dios la haga caminar más decididamente en la historia del mundo. Con el Beato John Henry Newman, quisiera implorar: “Acompaña, oh Señor, a tus misioneros en las tierras por evangelizar; pon las palabras justas en sus labios, haz fructífero su trabajo”. Que la Virgen María, Madre de la Iglesia y Estrella de la Evangelización, acompañe a todos los misioneros del Evangelio.

lunes, 1 de octubre de 2012

"ID, PUES, Y HACED DISCÍPULOS DE TODAS LAS NACIONES..."

Desde que Jesús pronunció estás palabras y fueron escritas en el Evangelio de Mateo, muchos hombres y mujeres valientes han tomado la decisión de dejar su casa, su familia y sus comodidades por llevar la salvación, la esperanza y el alivio de la Palabra de Dios y de la ayuda material a muchas personas necesitadas en todo el mundo. Es por esto que desde hace más de 135 años Don Bosco y Madre Mazzarello enviaron misioneros y misioneras a América y otras partes del mundo para ayudar a muchos y muchas jóvenes que de otra forma se hubieran perdido en un mundo sin oportunidades para ellos y ellas. Desde entonces la presencia salesiana trabaja arduamente para llegar a los rincones más lejanos del mundo y poder llevar el mensaje de salvación y paz heredado por Jesús. Así este lunes 1º de octubre inauguramos el mes misionero en nuestra casa con una bella Eucaristía llena de colores que representan los continentes de nuestro planeta donde la Iglesia trabaja por el más necesitado, llevando no solo la Palabra de Dios, sino la ayuda material que alivie las necesidades básicas de nuestros hermanos menos afortunados. Desde ahora motivamos a toda la Comunidad Educativa a orar por las misiones y los misioneros que hoy entregan su vida por los más necesitados en todo el mundo, así como también a colaborar de forma material para que tengan los recursos para llevar ese alivio a cada hermano y hermana que desesperadamente lo necesita. Preparémonos para un mes de mucha bendición, colaboración y trabajo, y seamos parte activa de nuestra iglesia misionera.